sábado, 7 de mayo de 2011

¿Qué otras miradas existen acerca el concepto amor?

Para tener distintas opiniones y para contar con una mayor polifonía de voces con respecto el amor,  es necesario buscar otras miradas que versen acerca den tres grandes perspectivas de donde abarcar este complejo "sentimiento" o más bien "estado" en el que se ve afectado el hombre. Para esta labor nos encontramos con la mirada filosófica y con la mirada religiosa.
Con respecto a la atractiva mirada filosófica, podríamos definir el amor según Friedrich Nietzsche en su libro Aforismos escrito en 1870, el amor sería “un desbordamiento hacia lo ilimitado, es decir, como humanos que somos siempre estamos intentando abarcar un bien en su totalidad, pero el amor es un concepto tan amplio en sí que podríamos considerarlo como inabarcable, ilimitado. Además Nietzsche establece que “lo que se hace por amor se hace también más allá del bien y del mal”, o sea podríamos dejar de lado mientras nos encontramos absortos en este complejo sentimiento la razón de lado, ya que no podemos discernir completamente lo bueno de lo malo. También el autor expone que cuando amamos juntamos todas las mejores propiedades de las cosas más maravillosas y perfectas que consideramos en el mundo, y como estas son similares con el objeto es considerado como esa cosa maravillosa, ese algo perfecto. Según Erich Fromm, en su libro El arte de amar, se nos expone que el amor como arte que es requiere de todo nuestro esfuerzo y tiempo para poder perfeccionarlo, a lo largo de todo su libro nos expondrá que lo importante no es el objeto de nuestro amor, sino el amor en sí, para poder embaucarnos en este hermoso pero muy difícil arte del amor debemos estar conscientes que el amor va más allá de nuestros propios intereses, ya que nuestra felicidad comienza cuando es feliz el otro. También nos plantea otro importantísimo concepto: el conocimiento. El conocimiento y el amor van ligados entre sí, ya que el amor es libre, por lo cual nosotros elegimos a alguien que nos haga desear de su compañía y su bien y a su vez a ese alguien debemos conocerlo en sus distintos matices para llegar a amarlo. Pudiese considerársele como un proceso de maduración, que sucede al encontrarnos con alguien que nos ayuda crecer. Pudiésemos, a partir de lo expuesto por estos dos grandes filósofos, establecer como un amor inteligente, aquel que decide integrar en la misma operación ambas esferas psicológicas: sentimientos y razones dándose luz recíprocamente y no primando ninguna sobre la otra. Cuando el amor no va ligado a la razón, pudiésemos considerarle como un “querer mundano”, ya que este es el modo de trascendencia del ser humano se da a través de este fuerte lazo. La razón es la que nos faculta para pensar y ésta característica esencial es la que nos diferencia con respecto de los otros animales: nuestra capacidad de razonar. Si sólo caemos en un amor que involucre los cinco sentidos, estamos dejando primar el instinto por sobre la razón, o si en cambio,  sólo se considerase la razón estaríamos perdiendo nuestra propia esencia humana, es decir, nuestra capacidad inherente de expresar sentimientos, eso sí esto siempre  debiese ser bajo un margen de mesura y cordura. A partir de lo que se puede concluir que ambas esferas están profundamente ligadas y debiesen estar coordinadas entre sí.


Mirando el amor desde una segunda perspectiva la cual sería la religiosa escogeremos la religión católica para intentar dar la connotación que ven sus creyentes en cuanto a este complejo sentimiento. Es importante especificar que el amor de pareja en esta religión es entre personas de distinto sexo, dejando de lado así a una minoría que con el transcurrir del tiempo ha tomado mayor importancia: la homosexual. Dejando de lado esta aclaración resulta necesario hacer hincapié a un tema muy trascendental en esta mirada: el matrimonio, el según el catecismo de la iglesia católica, podría definirse como la “unión entre un hombre y una mujer ante  Dios”, estableciendo también que el matrimonio no es una institución puramente humana, a través de este se estarían haciendo dos lazos igual de fuertes: en primer lugar nos encontramos con el lazo terrenal, entre hombre y mujer, luego tenemos la unión, el compromiso de estos dos con dios, que sería el lazo que trasciende, que supera los límites de lo terrenal. El único obstáculo establecido entre un hombre y una mujer para romper este fuerte lazo, es la muerte, la única capaz de separarlos. Según el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Caritas in Veritate hecha el 29 de Junio del 2009, se establece que “hay que tener en consideración el bien común. Amar es querer el bien común y trabajar eficazmente por él”, por lo que podemos entender que el amor es algo que se puede perfeccionar, en la medida en la que ponemos en él esfuerzo y trabajo.


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